El espíritu de una voz


Susana Baca camina con los pies desnudos. Está en casa nuevamente, su serenidad y su sencillez contagian. Su voz es un surruro, se llena de recuerdos. Recuerdos que están hechos de música... como ella misma.

La melodía siempre habitó en ella desde su casa, niñez y familia. Y su familia es y era negra, por lo tanto, la música que comprendió era la que proviene de la raíz
afroperuana. “Esta música no se aprende en el conservatorio, se lleva en alma de de uno mismo".

Quizás por ello Susana siempre vuelve al barrio, a la inocencia, recuerda la voz que le enseño a su voz, su madre cantándole mientras cocinaba o su padre revelándole los sonidos de su guitarra. Ella es una persona sensible que viene de un hogar muy humilde donde no existía el
tocadiscos solo la guitarra de su padre.

Desde que era muy pequeña supo que su vida giraría en torno a la música y, principalmente, al canto. Mientras se preparaba y comprometía con las melodías comprendió que cantar lo que no había compuesto era interpretar, acercarse al momento en el que el compositor había escrito una canción y eso es lo que hace se mete en la obra del creador y le da a su interpretación lo que es su intuición de esa obra.

Le gusta cantar donde hay gente que quiera oírla, generalmente en medio de amigos, no tiene un público único. Pero, adora cantar en teatros porque siente que trabaja para que la gente escuche sus conciertos y éstos los trasporten a sus propios sentimientos.

Su voz es un susurro otra vez. La escucho, como escribió Octavio Paz, como si escuchara llover. Ni atenta ni distraída pues poetas como César Calvo o Pablo Neruda encontraron en labios de Susana una nueva melodía.

La fama le acarreado más complicaciones de las que pensaba, la obliga a estar siempre bien y por eso se aleja de ella. “La fama no la buscas tú, es algo que te dan los demás. Yo compró mi pan todas las mañanas, solo que ahora tengo menos tiempo”.

Sin embargo vence al tiempo cuando se reúne con los espíritus de sus ancestros esclavos. Su piel y su voz viajan hace muchos años buscando el origen de su esencia, llena de dolorosa belleza y contagiante alegría pues siempre ha trabajado para agrandar el espacio de la música peruana y ha logrado lugares muy importantes en escenarios donde nunca llegaron músicos peruanos y ante públicos donde solo somos la imagen de un país andino y triste.

Felizmente ahora se piensa diferente y eso la satisface. Incluso un premio como el Grammy no le se le ha subido a la cabeza, no pretende tener poses de diva porque sencillamente no le interesa. El valor de este premio, para ella, radica en el reconocimiento a su apuesta por hacer de su música algo compartible con la gente. Además, ha puesto en manifiesto que la obra que hizo hace más de 15 años estaba en lo correcto.

La noche llega despacio a
Chorrillos. Camina por entre los árboles, se filtra por las ventanas de esta casa. Susana sonríe un instante, y deja que la noche y sus silencios inunden su mente y su voz, como una canción. Nostálgicamente nos cuenta que los espíritus de los antiguos nunca mueren, habitan en su voz, en su canto, en su vida misma. Si le pasa algo, las canciones quedaran. Mi mundo es de todos, es un mundo que hace y siente que lo nuestro puede hacerse desde otro punto de vista, siempre”.


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